lunes, 28 de junio de 2010
Mapuche - El Saludo - Artículo N°4
Educación y Multiculturalidad - Artículo N°3
La práctica de la enseñanza en la escuela chilena, tanto en la Educación Básica como Media, se ha ejecutado desde sus inicios dentro de la homogenización de los estudiantes sin tomar en cuenta la necesidad de acoger la multiculturalidad existente en la sociedad chilena.
Este fenómeno comienza –originalmente- dentro de la sala de clases, en donde participan dos de los roles más importantes en el escenario educativo: el profesor o profesora y los estudiantes.
La escuela formal que existe hoy en día construye parámetros definidos para la ejecución de los roles de estudiante y profesor o profesora, de manera tal que todos entendemos que los educandos están insertos en una institución formativa cognitiva y formativa actitudinal, en donde están presentes contenidos ideológicos y axiológicos, que corresponden a ciertos énfasis implícitos insertos en la educación, los cuales corresponden a ámbitos emocionales y sentimentales, que también se construyen dentro de ella.
Como miembros de una población humana multicultural, sabemos incorregiblemente que somos dueños de una gran variedad de cosmovisiones e idiosincrasias diversas, las cuales hemos heredado de un importante número de culturas étnicas presentes en nuestro país. Ya –como habitantes de este planeta- estamos siempre sometidos a numerosas representaciones culturales que observamos a través de los medios de comunicación masiva, que ya no tienen límites nacionales y, en un término más acotado, somos suramericanos y llevamos en nuestra historia una colonización que marcó nuestra idiosincrasia de manera que llevamos una mezcla híbrida de patrones y significaciones acerca del qué de nuestra existencia y del cómo nos relacionamos entre pobladores, compañeros, familiares, etc. Chile, más detalladamente, cuenta con la presencia de numerosas y variadas culturas étnicas, las cuales se encuentran constantemente tratando de defender su manera de ser y sus necesidades dentro de este gobierno con el motivo de no sucumbir ante la homogeneidad.
Y la educación, que es nuestro marco de investigación, es una práctica formal y un derecho de los niños y niñas de este país, por lo tanto, un deber de sus padres y madres inspeccionado por el SENAME, en la medida en la que sea dado obligatoriamente. Por lo tanto, nos encontramos con la Escuela, como institución social responsable de impartir educación, y en ella un estudiantado múltiple representativo de todo este fenómeno que intentamos retratar anteriormente, un estudiantado multicultural.
Al afirmar la multiculturalidad, asumimos que hay un proceso que no se ha terminado, el cual trata de llevar esta ‘multiculturalidad dentro del aula’ a una interculturalidad, en donde el sentido de ‘colonialidad’, que supone la práctica de imponer una visión sobre otra a través del poder, sea cambiado por un sentido de complementación e integración.
En conclusión, nuestra problemática se define como la falta de sensibilidad ante una realidad actual e histórica: existe una confrontación entre cultura identitaria y cultura académica, en la forma en la que la unificación formal académica que desarrollan la institución, encargada de mediar la práctica de la educación; se impone por sobre los estudiantes, quienes son parte de una sociedad multicultural. Además, nuestro trabajo parte de buscar la manera de asumir que la ‘calidad’ de la educación se escapa por el hecho de que no se está dando acogimiento a la diversidad de culturas, ya que ellas coexisten, pero no se interrelacionan unas con otras, pese a que están reunidas en el hecho puntual de la práctica de la educación. Po ello, planteamos la ausencia de interculturalidad, ya que lo que existe actualmente es multiculturalidad, pero no desarrollarla dentro de los enfoques y mallas curriculares dentro de la educación, hacen que no exista punto de comunicación entre el individuo (perteneciente a una etnia específica o que no pertenezca, pero sea observador de una o más de ellas dentro de Chile) y los marcos de nuestra enseñanza escolar.
Podemos utilizar como ejemplo, el episodio que nos motivó al trabajo en esta investigación:
Situación que relata a un profesor hablando sobre el largo que debe tener el cabello a un grupo de personas en donde se encuentra un estudiante rapanui, quien conlleva una fuerte presencia de elementos que marcan su interioridad, las cuales corresponden a su cultura, la que considera –en este caso puntual- que la fuerza, las vivencias, los estados que ha vivido y su vitalidad están presentes de modo representativo en el cabello de los hijos primogénitos, el cual no cortan desde que nacen. De este modo, este estudiante presencia una destrucción de su “idea de”, ya que lo que reserva a modo de religiosidad. Esta idea se enfrenta con los parámetros que –como colonizados- tenemos del cabello, es decir, lo usamos corto en los hombres y son las mujeres quienes pueden llevarlo largo, pero siempre atado dentro de un establecimiento escolar. Hecho que resulta en un sentido de rechazo final de parte del estudiante hacia lo que es la educación, definición que se ha degenerado por aspectos morales del profesor en cuestión y que determinará una ausencia de calidad en el aprendizaje de este niño, ya que no tiene oportunidad de significar su identidad sobre los contenidos que se propone aprender, ya que estos no son integrados sino que participan sobre el sentido de colonialidad, que supone imponer la manera académica de existir dentro de la escuela ante la manera y en contenido profundo que desarrollan el qué de la existencia dentro de una cosmovisión indígena.
Por consiguiente, el caso que ejemplificamos es representativo de nuestra problemática, ya que observamos que se somete a un sujeto a aceptar los paradigmas que el profesor conserva de un elemento en particular y el estudiante rapanui, inserto en una realidad distinta y desconcertante, no interrogará este paradigma sino que inmediatamente lo trata de internalizar por más desnaturalizado que le resulte para no sufrir las consecuencias de una “no aceptación”: una crisis que lo antagonice frente al resto de sus compañeros, de quienes tampoco ve empatía. Por otro lado, observamos que el estudiante que sí defienda su cultura identitaria y someta a discusión la imposición de la que sufre, es inmediatamente discriminado con el fundamento de una cultura académica que pretende unificarnos en una masa que no recoge nuestra diversidad natural/étnica, como lo hemos visto y presenciado desde la lucha de la cultura mapuche en oposición ante la homogenización de sus costumbres y sentidos.
Por esto queremos desarrollar el tema de la “cultura académica v/s cultura identitaria”, ya que este fenómeno educativo se da en un ambiente de deshumanización, en donde los roles que están participando subyacen a esta obligatoriedad que trasciende a los valores, sentimientos y emociones de las personas, enfrentamiento que se da sobre la base de la constitución de un sujeto al que se le inserta en una institución que –pareciera- estuviera cegada ante la interculturalidad en la que participamos día a día, en la que somos día a día y momento a momento.
Lenguaje y lenguas - Artículo N°2
La lengua, como lo definimos en el tema anterior, es una representación de lenguaje, una de las tantas formas de expresar lenguaje, que es contenido puro.
Dentro de este análisis, encontramos dos enfoques: la expresión del contenido y el contenido de la expresión. Por un lado, el primero se refiere a la forma con la que “dibujamos” un contenido significativo, la forma que toman nuestras palabras, la estructura, la expresión misma y; por otro, el material con el que se construye el significado que se le otorga a una expresión u otra.
Dentro de las lenguas étnicas vigentes de nuestro país hoy en día (aymara, mapuche y rapanui), tenemos dimensiones inmensamente distintas en la expresión del contenido y el contenido de la expresión, ya que ciertos vocablos tendrán su propio significado importante –y distinto entre culturas- debido a que el hombre y la mujer, poseedores de lenguaje y constructores de lenguas, nominan según su mundo real de las cosas, según su cosmovisión, por lo que, las palabras toman intenciones propias: hecho que se refleja particularmente en cada una de estas culturas.
Ante todas estas relaciones, si detenemos el foco en la educación y nos situamos en el caso estudiante rapanui-escuela, como uno de los hechos analizados, se nos abre una canasta sin fondo de interpretaciones a estos términos. La lengua rapanui se denomina “vananga”, que significa literalmente “habla”, y se encuentra aún en vigencia siendo el idioma predominante en Isla de Pascua, hablado por originarios, mestizos y residentes pascuenses que se han visto empujados a aprehenderla. Esta lengua posee significados (contenido de la expresión) que son inmanentes al contenido socio-histórico que los ha construido en su vida entera. No se concibe el mundo desde otra lengua que no sea la propia si de entenderlo básicamente se trata; sí se dan los casos en los que nos instruimos en el aprendizaje de la gramática de otro idioma para manejarlo a mayor cabalidad, pero nunca conseguiremos esa idea, esa imagen lingüística que sólo el entorno le da a las palabras y al uso de ellas.
Entonces, más que imaginarlo, observemos la realidad actual de las escuelas de Isla de Pascua en las que el 90% de los profesores educando son continentales y no manejan el “vananga rapanui”. En esta situación, ¿cómo va a haber cabida a la comunicación de significaciones humanas de las que todas las personas tenemos hambre de interpretar y dar a conocer? No la hay. De esa manera, los niños de Rapa Nui (Tierra Grande) viven en dos dimensiones confusamente relacionadas: en sus casas hablan cotidianamente con sus familiares la lengua local (rapanui) y el mundo se enuncia mediante los patrones gramaticales que ellos comparten, es decir, la forma y la expresión tiene un contenido específico que se entiende de manera espontánea y fluida y, en la escuela, los contenidos de aprendizaje al que se enfrentan son dictados en idioma español, el cual es la lengua madre de los profesores y profesoras que en inmensa mayoría son continentales. ¿Qué produce esta doble dimensión?
Si el aprendizaje, como acción en bruto, es mera construcción del ser humano y entendemos que todos: niños y niñas, jóvenes y adultos… todos somos capaces de aprender y edificar conocimientos, estamos reconociendo esta tarea como esencial, es decir, que forma parte de nuestra constitución y –desde lo humano- nacemos aprendiendo y nos comunicamos igual, por lo mismo, el aprendizaje lo es también de manera simple y espontánea –en primera instancia- y si no hay real comunicación entre sujeto y objeto de aprendizaje, éste tendrá resultados que variarán afectados por condiciones y contextos que lo condicionan generando una inequidad en la cual no todos podemos aprender desde la misma base ni con el mismo nivel de esfuerzo y motivación, ya que para los niños y niñas, hijos e hijas de comunidades indígenas debería ser imprescindible la educación de manera propia, de una manera en la que se puedan reconocer, en la pudieran ver sus proyecciones, sin embargo, nada de lo que se proyectan como etnia está plasmado en alguno de los contenidos curriculares a los que se enfrentan.
Un ejemplo así es:
Como estudiantes pertenecientes a una cultura híbrida, mezcla de todas las culturas que voluntariamente hemos conocido, utilizamos y significamos una palabra en singular. La palabra “tierra” nos hace sentido al elemento, en un primer lugar, ya que es el significado que más utilizamos de esa expresión por la funcionalidad característica de nuestro habla y, en un segundo término, lo utilizamos como sinónimo de “terreno”, es decir, la diferencia entre estos dos significados no tiene mayor importancia para nosotros y el contexto lo connota el receptor del mensaje. Entonces, profundizando en nuestra interpretación, la “tierra” no tiene más sentido que el elemental, el material, el cosificado, ya sea hablando de tierra o territorio.
Para el pueblo mapuche, en cambio, existe una diferencia entre “suelo”: “tue” y “tierra”: “mapu”. Así como se reconocen como “mapuche”: “gente de la tierra”, se identifican tanto “territoriales”, es decir, tienen un sentido propio del lugar que ocupan en el mundo y desde donde nacen, como un sentido de “trabajar la tierra”, de vivir para ella y gracias a ella. La cosmovisión de los mapuches acerca de la tierra también se proyecta y trasciende a lo que nosotros llamamos “planeta”, ya que para ellos existe un orden cíclico de la vida, el cual está representado simbólicamente en el “kultrun” (instrumento musical mapuche de percusión). Entonces, encontramos dos formas de expresión de contenido y dos formas de contenido de la expresión y podemos analizar que esta diferenciación formal de la palabra es necesaria para la comunicación idónea entre ellos, con sus cosas y hacia el mundo de la vida. En conclusión, para los mapuches y las etnias en general, ña forma y el fondo de la palabra tiene un peso cosmogónico importante y su lengua representa la realidad de su mundo, lo cual –para nosotros- pierde intensidad y no se delimita estructuralmente.
Por otro lado, para el pueblo rapanui existe una palabra para nombrar a la tierra como elemento material y otra para nombrar a la tierra como terreno o territorio, ya que para ellos sí es importante hacer la diferencia porque tienen sentidos muy distintos: uno es una cosa, un elemento y lo otro es un pedazo de territorio que posee un sentido trascendente a lo material, posee sentido espiritual, cosmogónico y religioso entre otros. Cuando un rapa nui habla de la tierra en su sentido material solamente, puede decir: “he tiko’i te o’one era”, que significa: “está mojada esa tierra” (he: es, tiko’i: mojada, te: artículo “la”, o’one: tierra, era: adjetivo demostrativo “esa tierra”). Y cuando habla sobre la tierra “de territorio”, podía enunciar una frase como: “Te henua ena he to’oku kainga” , que significa: “Esta tierra es mi vientre (donde nací)” (Te: artículo que acompaña al sujeto “henua”, henua: tierra “de territorio”, he: es, to’oku: adjetivo posesivo “mí-mío”, kainga: útero. Se utiliza también para hablar del “vientre en donde alguien nace”).
El Lenguaje - Artículo N°1 "Una forma de nombrar y dar sentido a las cosas"
Podemos entender, desde nuestra mirada intuitiva, que el lenguaje es una actividad propia del ser humano, que ha existido desde que imaginamos al hombre como habitante de la tierra, como constituyente de humanidad. Por tanto, es necesario despojarnos de las superficialidades con las cuales analizamos este concepto en términos funcionales. El hombre se hace a sí mismo a través del lenguaje. Sus sentimientos y emociones se constatan con lenguaje y se comunican de la misma forma. Entonces, eso nos abre paso a la consideración del leguaje como un arma inmanente del hombre y se realiza en muchísimas expresiones y representaciones. Podemos decir –para clarificar la afirmación anterior- que cuando una guagua nace y observa a su madre, sin ningún tipo de enseñanza sobre comunicación entre personas, y su llanto se calma en el contacto de sus cuerpos, está produciendo lenguaje –ya- en más de una dimensión, puesto que desde que una sensación se aloja en su cerebro, ella está produciendo un lenguaje que es el medio por el cual se crea un contenido desde dentro del ser humano y entre ellos y, por otro lado, al momento de traducir esa sensación en gesticulación, el lenguaje se comunica y se expresa a través del cuerpo. Entonces, si el lenguaje se puede comunicar a través del cuerpo, podemos afirmar y reconocer que los animales también lo poseen, por lo tanto, los seres vivos en su totalidad son constructores de lenguaje.
Es en la representación del leguaje, donde éste toma ciertas características diferenciadoras. Es de allí desde donde nos diferenciamos como raza humana, ya que fuimos capaces de crear lenguas y, hoy en día, las utilizamos en infinitas diversificaciones que retratan nuestra cosmovisión y están afectadas –principalmente- por el lugar en el que las comunidades se ubican en el mundo y no sólo una ubicación física sino también cultural.
Últimamente, el hombre y la mujer parecieran estar en una búsqueda constante de resignificaciones de este gran concepto y se han acercado al arte para darle sentido al lenguaje de las cosas. Las representaciones artísticas pueden capturar expresión de contenido desde elementos que forman constituciones poéticas, por ejemplo, y así nos vamos dando cuenta de que, como personas, estamos motivados a interiorizar las propiedades de este fenómeno. Pero nos falta aún más profundización y esta afección está explícitamente plasmada en los hechos sociales que nos pertenecen.
Uno de estos hechos sociales es la educación, la cual es nuestro objeto de estudio por el cual llegamos a desarrollar este concepto de lengua y lenguaje. La educación, que es comunicación y lenguaje puro; la educación de nosotros los chilenos, que somos híbridos culturales debido a la colonialidad desde la cual nacimos históricamente, es intercultural.
Las etnias de nuestro país funcionan como comunidades indígenas. Esta palabra se puede desglosar (común-unidad) y con ello ya nos aporta grandes iluminaciones hacia nuestro edificio teórico. Algo común es algo que compartimos, además, sugiere simplicidad en esto que se comparte y unidad es uno indisoluble y concreto.